abril 20, 2024
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Unión o catástrofe ambiental institucional: ciénaga de San Silvestre

Ciro fernandez

Por: Ciro Fernández Núñez

Representante a la Cámara por Santander
Cambio Radical

La Ciénaga de San Silvestre surte de agua a la ciudad de Barrancabermeja, y se constituye en uno de los espejos de agua más importantes del departamento y de la región del Magdalena Medio colombiano. Ocupando una extensión de 70.804 hectáreas y siendo hábitat de varias especies vulnerables -como el manatí antillano y el bocachico- se ha convertido en un punto de referencia de la diversidad ecosistémica del país.

Esta ciénaga es también un ejemplo de los retos que afrontan muchos ecosistemas en Colombia, puesto que son muy pocos los lugares de estas características que no se encuentran afectados por dinámicas que perturban su equilibrio natural. Así, la ciénaga hoy en día se enfrenta al avance de la frontera agrícola, que le quita terreno y recursos; al mismo tiempo, se encuentra afectada por la contaminación generada por dos rellenos sanitarios que depositan sus lixiviados en este punto. Adicionalmente, empresas como la piscícola, fertilizantes, Ecopetrol y Aguas de Barrancabermeja, extraen agua de la misma por medio de bocatomas, perjudicando cada vez más el entorno.

Solo por medio de la unión
de iniciativas hasta ahora
individualmente operadas
se podrá avanzar en la
construcción de un desarrollo sostenible que permita
la garantía de derechos a la
ciudadanía y su territorio.

Ante un panorama de este tipo, resulta fundamental construir líneas de política pública que estén destinadas a recuperar y salvaguardar este ecosistema tan frágil, máxime cuando cada día que pasa se profundiza la crisis de espacios como este. Estoy convencido de que acciones definidas y realizadas por varias entidades pueden representar la suspensión del deterioro en esta gran masa de agua, e incluso su retorno a niveles previos.

Considero fundamental avanzar hacia la definición de esta clase de escenarios. Requerimos un apersonamiento colectivo de la tarea que implica defender los espejos de agua. Para hacerlo, debemos construir escenarios de articulación interinstitucional que se reúnan con las comunidades para resolver problemas de la mano de la gente.
Así mismo, es necesario ejercer vigilancia y control para garantizar que en efecto no operen dinámicas ilegales que fomenten la contaminación con la excusa de ahorrar unos pesos.

En este sentido, se hace imperativo dotar de dientes a aquellas entidades que pueden
controlar y vigilar el accionar de las instituciones que intervienen en la formulación, la
ejecución y el desarrollo de la agenda política de impacto ambiental. No obstante, es
claro que esta tarea es solo parte de un objetivo más grande.

Solo por medio de la unión de iniciativas hasta ahora individualmente operadas se podrá avanzar en la construcción de un desarrollo sostenible que permita la garantía de derechos a la ciudadanía y su territorio. Sin unión institucional, no habrá fuerza para salvar la ciénaga.